viernes, julio 22, 2011

El lento

A veces me pasa esto:

Comienzo una conversación con alguien. Todo normal, todo tranquilo, no hay ningún problema, cuando de repente se toca algún tema en el que tengo una opinión algo fuerte y la otra persona tiene una opinión diametralmente opuesta a la mía.

Una de las mayores dificultades que se presentan en estas situaciones es la falta de gracia para exponer las opiniones. Uno puede decir "bueno, supongo que no piensan lo que yo al respecto", pero pos ese tipo de cosas son mal vistas en una sociedad que apela tanto a nuestra naturaleza confrontacional como la nuestra. Entonces lo que hacemos muchas veces es decir lo nuestro dejando en claro que pensamos que la otra persona no sólo tiene una opinión "errónea", sino que además es un zopenco por tenerla.

Este tipo de cosas hacen la interacción más dinámica. Aquí se dan esos comentarios dirigidos a la yugular que hacen reír a transeúntes o a la persona a la que le estamos narrando con mucho gusto nuestro agandallamiento verbal (y psicológico) del prójimo.

Lamentablemente para algunos de nosotros en una conversación se mantiene un cierto ritmo, y es primordial respetar este ritmo para que no se torne el asunto algo aburrido y tedioso. Y por eso es que a veces, cuando uno resulta el agandallado, no es posible responder con alguna frase que establezca la zopenquez del interlocutor.

En estas ocasiones, muchas veces uno se va con las otras personas y les dice "me dieron ganas de decirle..." cuando les tiene uno mucha confianza, o uno miente y les cuenta "en ese momento le dije...", o bien uno, como Derek Zoolander, se queda con el coraje y la espinita y nunca dice nada, sufriendo la derrota "como los hombres" (nótese que el género no tiene nada que ver en cuestiones de aguantar o de agandallamiento, pero bueno).

Con el advenimiento de las redes sociales y sitios que nos permiten divulgar nuestras (pocas) frases profundas, no siempre es necesario lamentarse en silencio la lentitud en la réplica a aquel interlocutor gandalla, sino uno puede superar -muchas veces con demasía- la opinión tan ineptamente expresada de la otra persona.

Te sientas, abres el twitter o lo que sea, y simplemente escribes "Si usted fuera mi esposa, ¡me lo tomaría!" si por alguna razón eres un Primer Ministro del Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial y no supiste qué decirle a una señora que te quería envenenar en una cena.

3 comentarios:

Adita dijo...

tienes mucha razon me haras tu FAN HEEEE ¡¡¡¡¡¡

Unknown dijo...

Jejeje ¡muy bien! :P

Tevi dijo...

jajajaja, ¡esta fue buena! :P