Tengo la costumbre de andar casi constantemente marcando ritmos con mis pies y mis manos, como si anduviera con una batería imaginaria. Víctor es el único loco que conozco que hace eso también (aunque debe haber más personas así).
Cuando iba en la prepa algún compañero me preguntó que por qué hacía eso. Le dije que porque me gustaba, pero -cuando pensé en ello- me dí cuenta de que podía extraer más cosas que el simple gusto de hacerlo: podía desarrollar coordinación entre mis extremidades, y ejercitarlas aunque fuera tantito --por poner ejemplos (malos).
Curiosamente, esta manera de ver las cosas admite generalizaciones; y fue así como en un ratito mi enfoque hacia mis actividades diarias cambió de manera drástica: las cosas que hacía me servían como entrenamiento. Las que hacía porque no tenía más remedio eran entrenamiento para que no fueran hechas en vano (además del entrenamiento inherente a la actividad), y las que hacía porque disfrutaba hacerlas eran entrenamientos para sacarles aún más jugo, y hacerlas más placenteras.
¿Entrenamiento para qué? Para quién sabe. "Para quién sabe", en efecto. Quién sabe si algún día voy a usar algo, así que quizá estoy perdiendo tiempo y esfuerzo.
Pero yo digo que uso todo, todo el tiempo.
Nomás que todavía me falla eso de aprovecharlo. Ahí de a poquitos.
2 comentarios:
jajajajaja que esquizo
a mi tambien me ha pasado eso de "entrenar"
jajaja uno no se da cuenta de que esta loco hasta que lo ve en otra persona que hace cosas asi
jajajajaja que chingonnn!!!
Jajaja, al menos no está uno solo en sus loqueras.
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