El tiempo no pasa nomás porque sí. Tiempo de no poner foto de mí aquí.
miércoles, junio 25, 2008
domingo, junio 22, 2008
Ernest goes to Oaxaca
No suelo poner entradas relacionadas a cosas que hago (de manera inmediata), pero este fin de semana fui a Oaxaca (la ciudad). Fuimos porque se casaba la hija-de-un-amigo-de-mi-papá, que conocimos desde niños y a quien nos referíamos como "tío" --al amigo de mi papá, no a su hija.
Tenía rato de no ir a Oaxaca (la ciudad) por más de unas horas... como 5 o 6 años, o algo así. Y aún así nomás estuve como un día y medio, ja. La ciudad no la ví muy diferente; el cambio más pronunciado que noté fue que -por lo visto- allá también hay muchos de esos imbéciles que se dedican a rayar paredes ajenas.
En fin, lo primero que pensé fue que uno deja cachitos de uno en los lugares donde va viviendo. Una expresión bastante trillada, lo sé, para nomás decir que uno tiende a recordar cosas que pasaron en un lugar si uno pasa tiempo en dicho lugar. Viví un año en Oaxaca, cuando tenía algo así como 8 años. Cursé el cuarto grado en una escuela que estaba muy padre, que se llama (o llamaba, quién sabe) Francisco J. Múgica (no me acuerdo ya ni de cómo se escribía, quizá iba con J). Una cosa muy distinta sería mi vida hoy día si hubiera seguido viviendo ahí.
Ahora, la boda en sí fue por partes normal, y por partes extraña. Fue extraña porque la ceremonia religiosa estuvo acompañada de unas explosiones ahí al lado de la iglesia, y luego tuvimos que caminar detrás de una carroza que llevaba a los novios mientras nos dirigíamos al lugar donde iba a tomar lugar la fiesta. Iban tronando unos explosivos que no manches, no sé quién fue el listo que decidió que reventar cosas que ni echan luces es divertido.
Y la fiesta fue normal porque pasé la fiesta exactamente (y por "exactamente" quiero decir "en líneas generales") como he pasado todas y cada una de las bodas -y prácticamente todas las fiestas medio formales y que haya ido con mi familia... o sea casi todas- que alcanzo a recordar, por más chico que haya sido: llego, me aplasto en mi lugar, como, participo quizá un poco en unos chascarrillos generales con quienes me haya sentado en la mesa (o sea mi familia), y después me pongo a observar a la gente que llegó a la fiesta, intercalando idas al baño y comentarios con mis hermanos.
En verdad, así es sieeeempre. Pero luego me salvo realizando alguna de las siguientes actividades: ponerme a platicar con alguien que no tenga el buen juicio de evitar mi compañía, o yéndome a algún lugar apartado a meditar/lamentar mi suerte. En este caso me ví impedido de hacer cualquiera de esas dos: al lado tenía al Gabo, pero pues el Gabo andaba en su onda y no iba a comenzar a hacerme el chistoso nomás para pasar el rato; tampoco podía irme de ahí a algún lugar apartado porque no sabía ni dónde demonios estábamos y el lugar lo limitaron porque había niños y podían caerse a la alberca o no sé qué más me dijeron que había... ah sí, una casa del árbol.
Estando sin alternativas intenté ahogar mi sentimiento de estar fuera de lugar con alcohol, para darme cuenta que se vio exacerbado por éste. Rediantre. No me quedó otra mas que ver cómo la gente que no conocía se divertía, y la que conocía estaba en su onda, y decirme a mí mismo: "mí mismo, quizá si te gustara bailar otra cosa sería", pero no (he descubierto que bailar es prácticamente la clave de ser normal). Prefiero mil veces platicar.
¿Por qué fui a la fiesta, entonces? Me gustaría pensar que fui porque soy un tipo divertido, listo para la pachanga, o porque en verdad soy amiguísimo de alguno de los novios, but that shit ain't the truth, como dijera el Jules; fui para estar con mi familia, y para poder conocerme mejor (esos diálogos internos que tengo en esas fiestas cuando comienzo a sentirme fatal son bastante reveladores para mí). Podrían pensar que por qué preferiría pensar que soy divertido o lo que sea que pensar que lo hago para estar con mi familia -con justa razón- pero la cosa es que el ser divertido implicaría un cambio en mi perspectiva, y sería bastante más interesante (y edificante) que algo que he venido haciendo por default desde hace ya más de 22 años.
Ya, no me he desahogado completamente, pero al menos ya me siento bastante más tranquilo. Gracias, cosa inanimada, por escucharme. Y por recordarme que tengo que recurrir a esto porque no tengo casi amigos. Ja.
Tenía rato de no ir a Oaxaca (la ciudad) por más de unas horas... como 5 o 6 años, o algo así. Y aún así nomás estuve como un día y medio, ja. La ciudad no la ví muy diferente; el cambio más pronunciado que noté fue que -por lo visto- allá también hay muchos de esos imbéciles que se dedican a rayar paredes ajenas.
En fin, lo primero que pensé fue que uno deja cachitos de uno en los lugares donde va viviendo. Una expresión bastante trillada, lo sé, para nomás decir que uno tiende a recordar cosas que pasaron en un lugar si uno pasa tiempo en dicho lugar. Viví un año en Oaxaca, cuando tenía algo así como 8 años. Cursé el cuarto grado en una escuela que estaba muy padre, que se llama (o llamaba, quién sabe) Francisco J. Múgica (no me acuerdo ya ni de cómo se escribía, quizá iba con J). Una cosa muy distinta sería mi vida hoy día si hubiera seguido viviendo ahí.
Ahora, la boda en sí fue por partes normal, y por partes extraña. Fue extraña porque la ceremonia religiosa estuvo acompañada de unas explosiones ahí al lado de la iglesia, y luego tuvimos que caminar detrás de una carroza que llevaba a los novios mientras nos dirigíamos al lugar donde iba a tomar lugar la fiesta. Iban tronando unos explosivos que no manches, no sé quién fue el listo que decidió que reventar cosas que ni echan luces es divertido.
Y la fiesta fue normal porque pasé la fiesta exactamente (y por "exactamente" quiero decir "en líneas generales") como he pasado todas y cada una de las bodas -y prácticamente todas las fiestas medio formales y que haya ido con mi familia... o sea casi todas- que alcanzo a recordar, por más chico que haya sido: llego, me aplasto en mi lugar, como, participo quizá un poco en unos chascarrillos generales con quienes me haya sentado en la mesa (o sea mi familia), y después me pongo a observar a la gente que llegó a la fiesta, intercalando idas al baño y comentarios con mis hermanos.
En verdad, así es sieeeempre. Pero luego me salvo realizando alguna de las siguientes actividades: ponerme a platicar con alguien que no tenga el buen juicio de evitar mi compañía, o yéndome a algún lugar apartado a meditar/lamentar mi suerte. En este caso me ví impedido de hacer cualquiera de esas dos: al lado tenía al Gabo, pero pues el Gabo andaba en su onda y no iba a comenzar a hacerme el chistoso nomás para pasar el rato; tampoco podía irme de ahí a algún lugar apartado porque no sabía ni dónde demonios estábamos y el lugar lo limitaron porque había niños y podían caerse a la alberca o no sé qué más me dijeron que había... ah sí, una casa del árbol.
Estando sin alternativas intenté ahogar mi sentimiento de estar fuera de lugar con alcohol, para darme cuenta que se vio exacerbado por éste. Rediantre. No me quedó otra mas que ver cómo la gente que no conocía se divertía, y la que conocía estaba en su onda, y decirme a mí mismo: "mí mismo, quizá si te gustara bailar otra cosa sería", pero no (he descubierto que bailar es prácticamente la clave de ser normal). Prefiero mil veces platicar.
¿Por qué fui a la fiesta, entonces? Me gustaría pensar que fui porque soy un tipo divertido, listo para la pachanga, o porque en verdad soy amiguísimo de alguno de los novios, but that shit ain't the truth, como dijera el Jules; fui para estar con mi familia, y para poder conocerme mejor (esos diálogos internos que tengo en esas fiestas cuando comienzo a sentirme fatal son bastante reveladores para mí). Podrían pensar que por qué preferiría pensar que soy divertido o lo que sea que pensar que lo hago para estar con mi familia -con justa razón- pero la cosa es que el ser divertido implicaría un cambio en mi perspectiva, y sería bastante más interesante (y edificante) que algo que he venido haciendo por default desde hace ya más de 22 años.
Ya, no me he desahogado completamente, pero al menos ya me siento bastante más tranquilo. Gracias, cosa inanimada, por escucharme. Y por recordarme que tengo que recurrir a esto porque no tengo casi amigos. Ja.
Etiquetas:
Introspección,
Narraciones,
Neurosis
lunes, junio 16, 2008
Shiiiiiit
Creo que estoy enfermo. Estaba viendo una caricatura y salía una escena de esas ñoñas donde unos personajes se suben a una rueda de la fortuna, y nada más salía la cabina donde estaban esos monos...
... y mi primer reacción fue intentar calcular el radio de la rueda a partir de cuánto se movía esa cosa.
... y mi primer reacción fue intentar calcular el radio de la rueda a partir de cuánto se movía esa cosa.
domingo, junio 01, 2008
El movimiento se demuestra andando
Pfff. Ya me está comenzando a molestar eso de decir una cosa y hacer otra. Y eso que soy de las personas más consistentes que conozco (así de jodida está la gente, ja). En mi caso no es tan grave, pero existe, así que voy a trabajar en eso de todas maneras.
En fin, a darle átomos al menos como le he venido dando. E incrementarle un poquito.
Al menos ya estudio más :P. Que por cierto tengo que estudiar sobre gavillas.
Apenas me estaba acordando del Doom. Horas y horas perdidas con esa madre, recibiendo influencias trascendentales en mi vida, y ni siquiera le he dedicado una entrada bien. Qué desconsideración la mía.
Próximamente: The Imp's Song!
En fin, a darle átomos al menos como le he venido dando. E incrementarle un poquito.
Al menos ya estudio más :P. Que por cierto tengo que estudiar sobre gavillas.
Apenas me estaba acordando del Doom. Horas y horas perdidas con esa madre, recibiendo influencias trascendentales en mi vida, y ni siquiera le he dedicado una entrada bien. Qué desconsideración la mía.
Próximamente: The Imp's Song!
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Introspección,
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